domingo, 28 de junio de 2009

Prédica de Tony Gruter, del Domingo 14 de junio de 2009



LA OBRA DEL ESPÍRIRTU







APOCALIPSIS 22:17 “Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.

Dios es Espíritu, Espíritu de poder, de santidad, de amor. El Espíritu siempre va a triunfar, Dios siempre ganará.

“La Esposa” somos nosotros, la iglesia. La Biblia es el libro de libros y está destinada a que entendamos de qué se trata nuestras vidas.

LA PALABRA “VEN”

Toda la escritura es guiada por Dios. Es la única forma en la que podemos ser instruidos directamente por Dios. Él es el único que puede guiarnos y aclararnos todas nuestras dudas para que disfrutemos de Él y le anhelemos.

Como María, debemos decidir estar al lado del Señor Jesús y lo demás es secundario. El ser humano necesita fundamentalmente de Jesús para ser feliz. El mundo debería clamar “Ven, Señor Jesús”. Pero el primer paso es el deseo y el anhelo de saber el diseño que Dios tiene para nuestras vidas. No podemos vivir una vida preciosa en Jesús si no hemos conectado con su palabra.

“Y EL QUE TIENE SED VENGA”





Para que nosotros podamos decirle a Dios que queremos conocerlo tal como es, debemos desear tener una comunión como nunca la hemos tenido con Él.

La Biblia es la base de la libertad, del amor. Porque Dios es quien produce en los corazones el entender que todo lo que ocurre en nuestras vidas es para que yo elija por Él y pueda disfrutar en el plan eterno de Dios.

¿Qué es lo que está moviendo mi vida, cuáles son mis objetivos? Es hora de replantear mis objetivos y decir: “Yo voy a vivir para que Él venga a mí. Me someteré a Él. Lo que necesito es que Él se haga real en mi vida”.

Qué maravilloso es que la Biblia insiste en que las cosas que son valiosas no requieren de dinero, sino únicamente nuestra humillación. Los problemas están en nuestros corazones, ahí donde pensamos en que no somos buenos o capaces de tener una vida para Dios. Pero si vamos a la palabra, sabremos que “No hay justo, ni aún uno”. Por eso anotémonos a la lista de los necesitados.

Debemos venir a Dios y decirle: “Dios, yo no merezco las grandes cosas que tú me puedes dar”. Hasta entonces entenderemos nuestra real condición, nos asemejaremos a los pobres y nos veremos necesitados de Él.

Y una vez que Dios ponga en nuestros corazones venir, debemos tomar la DECISIÓN de levantarnos, de entregarnos por completo a Él. Esta es una puerta de misericordia. Bendito aquel que se da cuenta que no merece ser recibido por Dios.

¿Cómo no escucharle, si en toda la Biblia está su llamado: “ven”?

Apocalipsis 22:18 “Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro”.

Toda la Biblia es profética, tiene cumplimiento. No hay nada qué añadirle, Dios nos lo dio todo en ella.

Si vivo en derrota, desánimo, temor, le estoy quitando la gloria a Dios. Él ha hecho una obra perfecta. El evangelio es un evangelio de victoria. Sobrepasa toda presunción, todo mal pensamiento. Jesús es la estrella resplandeciente de la mañana. El día esclarecerá cuando ya no hayan oscuridades en nuestro corazón.

Si realmente creemos en el testimonio que Dios nos da, testificaremos en su Nombre, accionaremos en su Nombre y hablaremos en su Nombre. Los entendidos resplandecerán, decía Daniel. Porque han comprendido que el vivir es Cristo y que él se manifestará eternamente en sus vidas.

Seamos entendidos nosotros. Dios no mira lo que vemos nosotros. Dios ve los corazones. ¡ Qué maravilloso que todo esto es por gracia! Como en el caso de Rut, él vio su vida, su corazón. Dios es para los que creemos de corazón.

Todas la páginas de la Biblia coinciden con el señorío de Jesús. Dios quiere que de verdad le escuchemos cada día. Él nos habla siempre de forma muy cercana. Nos dice que no importa el pasado, sino las decisiones que tomemos de HOY en delante.

Para pedir se necesitan agallas y una definición en el corazón. Se necesita tomar una DECISIÓN para decirle “ven”. Esto es un pedido que el Espíritu Santo produce en nuestros duros corazones. No necesitamos nada más que creerle.

Ciertamente, si pedimos, ya tenemos lo que hemos pedido, pero debemos pedirle de corazón.

Que Dios nos ayude a comprender lo que significa pedirle. El enemigo está dentro de nosotros mismos, pero Dios tiene la esperanza de que yo le pida: “Dios, ven a mi. Sé glorificado. Creo en tu promesa. Me declaro pobre. Pero tengo la certeza de Aquel que vendrá”

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