viernes, 3 de julio de 2009


Prédica de Tony Gruter

Domingo 2 de julio de 2009


DIEZ LEPROSOS SON LIMPIADOS

LUCAS 17: 11-9



17:11 Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea.

17:12 Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos

17:13 y alzaron la voz, diciendo: ¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!

17:14 Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes.Levitico 14. 1-32 Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.

17:15 Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,

17:16 y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.

17:17 Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?

17:18 ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?

17:19 Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.



El Señor Jesús está en medio de nosotros.


Nosotros que nos llamamos cristianos tenemos una actitud perversa que debemos descubrirla y marcarla para que no siga haciendo más daño.


Le dijimos a Jesús que entrara a nuestras vidas y por lo tanto debemos confiar en que el único que nos puede sanar es Él. Dios nos dice que es necesario volvernos a Él, que apreciemos lo que hemos recibido. Dios está aquí porque Él es fiel, está en nuestra iglesia, por eso debemos venir a Él, de una forma única valorándolo.


“¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!”. ESTE ES UN MODO DE ORACIÓN. Siempre nos encontramos que la misericordia está abierta para mi vida.


¿Con quién nos identificamos, con el que vuelve o con los nueve? El grifo de la misericordia está abierto aquí, en la iglesia. Pablo nos enseña que aquel que persigue a la iglesia, persigue a Jesús.


Si no creo en Él, no recibiré nada. La ley no hay que tomarla por la letra, sino por el Espíritu. Fue lo que hizo el que volvió a Jesús. ¿POR QUÉ NO VUELVO A MI PRIMER AMOR? Esta es la gran invitación del Señor. Para nada existen soluciones si miramos los recursos que tenemos, pero si ponemos en nuestros corazones la decisión de creer en Dios, Él lo hará.


Cuando esto sucede, entonces comenzamos a ver, a comprender, a entender, que hay un plan de Dios para cada uno de nosotros. Lo primero es ver a Jesús. Pasar de ser considerados basura a ser embajadores de Jesús. Dejemos de vivir siendo desagradecidos con nuestro Dios. Dejémosle a Jesús que Él sea quien se muestre en el lugar donde estamos.


No vengamos a Dios como un acto rutinario, sino con el corazón. No se trata de la cantidad de tiempo que le demos o la cantidad que leamos, sino la calidad de nuestro tiempo con Dios. Se trata de que vengamos necesitados de misericordia.


¿Cómo alabaremos a Dios si no estamos a sus pies? Dios es el Rey de reyes y Señor de señores. Mi lugar está a los pies de Jesús. Mi antigua naturaleza será controlada por el Espíritu Santo solo si me interesa vivir bajo los términos de la voluntad de Dios. Debemos postrarnos para que Jesús sea exaltado, reconocido y adorado.


Andar en su presencia nos traerá descanso y paz, Él lo ha prometido así. “El justo por la fe vivirá”, dice en su Palabra. Jesús siempre obedeció a su Padre y lo vimos reinar. Si tenemos un lugar en Jesús ya lo tenemos todo.


El leproso que volvió a Jesús era un samaritano. No tenía derechos como los judíos, pero Dios muestra que para él no hay diferencias. Él nos sabe ver como realmente somos: leprosos, y si fuimos curados por Él, entonces volvamos a Él.


Dios sabía dónde estaban los otros nueve, estaban lejos de Él. Y él nos está preguntando a nosotros ¿dónde están las almas? ¿Le diremos “no sé”? Dios me envía a hacer mi trabajo. El trabajo con las almas en un privilegio. Jesús al decirle al leproso “levántate”, quiere decirle que Él será quien hará maravillas. Dejémosle a Dios obrar, dispongamos nuestras vidas a volvernos a Él. Que nuestros sueños sean la voluntad de Dios.








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